Thursday, April 20, 2006

Y la ciudad brilló!

Caminar por París era algo que me costaba imaginar. Las imágenes que tenía de esas calles, de ese río o de la misma gente era sólo una construcción mental producto de películas, documentales y de la misma historia, que incluso incluía varios prejuicios.

Pero la realidad superó todas las expectativas que tenía de la capital francesa. Fue un sueño hecho realidad, un viaje en donde el tiempo se detuvo y la magia se dejó sentir en cada momento.

Lo primero, el primer gran instante. Entre nubes negras apareció en lo alto del avión esa magnífica torre. Una torre iluminada e impactante que se veía con claridad a lo lejos, dando de paso la bienvenida a todo aquel que aún sin estar en suelo parisino ya era parte de esa experiencia, que por cierto cuesta creerlo, cuando Paris duerme y la ciudad se ilumina.

Pero luego estar a los pies de ésta, subir sus más de 500 peldaños y luego bajarlos para disfrutar del espectáculo nocturno fue algo aún más impresionante. Cientos de pequeñas luces destellaban en toda la Eiffel, obligándote a sentir como la emoción recorría cada parte de tu cuerpo y te dejaba sin habla... embobada ante esa escultura viviente.

De ahí en adelante todo se fue revelando ante nuestros ojos como si se tratara de una película donde mi Partner (y por cierto gran compañero de viaje) y yo éramos los protagonistas. Esas pequeñas calles adoquinadas repletas de acogedores cafés, la elegancia de la gente, los cientos de carritos vendiendo creppes y baguettes, los monumentos inundados de historia, las grandes avenidas y las coloridas plazas.

Pero el Sena fue otra cosa. Ese río que atraviesa Paris, que la distingue, que le imprime el sello de romanticismo a la capital francesa. Es un lugar para compartir, para conversar, para callar, pensar y soñar. Entre copas de vino y algunos quesos entendimos que cada segundo invertido en el Sena era un segundo mágico y un recuerdo imborrable.

Cada esquina tenía su encanto, cada monumento su historia. Sin embargo, más allá de la enorme cantidad de cosas que mirar, que conocer y recorrer en Paris, lo realmente puro y vivo había que descubrirlo en la calle, en las plazas y parques, en la gente, en el metro... y para eso era indispensable el tiempo y las ganas de dejar los pies en esa ciudad. Y así lo hicimos.

No se puede desconocer la importancia del Louvre, la majestuosidad de iglesias como Notre Dame o los Sagrados Corazones, ni la imponencia del Arco de Triunfo, la Torre Eiffel y la Opera, pero Paris es mucho más que esas construcciones. Es una ciudad que se vive en la calle, que se ilumina con un espectáculo callejero, que se levanta con un libro en la mano, que al mediodía descansa en un banco en los Campos Elíseos y por la tarde-noche recorre a pie el Sena para terminar compartiendo un vino en Montmatre.

Si conocer Paris fue uno de esos sueños desde siempre, ahora la meta es otra: VOLVER.

PD: Gracias Partner por haber compartido ese sueño conmigo...

1 Comments:

At 7:39 AM, Blogger El Hincha said...

Gracias a ti por permitirme ser parte de tu alegría!
Fue un honor...

 

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