Friday, March 05, 2010

Vivencias de terremoto!

He dejado pasar dos meses para nuevamente volver a escribir. Y es que la ocasión amerita dejar sobre este blog algunas líneas de lo que ha sido una semana intensa, desgarradora, de temores y muchas contradicciones.


Hace justo una semana viví mi segundo terremoto, pero está vez todo pareció distinto. En 1985 solo tenía ocho años y si bien recuerdo algunas cosas de ese día 3 de marzo, hoy los 8,8º Richter que sacudió a gran parte de Chile me encontró con “algunos años más”, en un sexto piso y sola.

Por más que trato de recordar la sensación que tuve en esos dos minutos y medio que duró el terremoto, no lo logro. Solo tengo recuerdos de imágenes, pero no de sensaciones. Solo recuerdo que muy dormida me levanté y me ubiqué en el umbral de mi puerta, mientras abrazaba un mueble que bailaba de lado a lado.

Y pensaba…y maldecía la duración, la intensidad, mientras pensaba en cuánto más podría aguantar ese edificio de cuatro años… y miraba por la ventana y veía todo oscuro y a lo lejos los destellos de los cables que sacaban chispas. Era una noche de pesadilla.

Nunca pensé ni dimensioné que fuese un terremoto, tampoco pensé que me moría, como muchos sí lo pensaron y sintieron, sino que simplemente me dediqué a sobrevivir y calmar el miedo. Ese miedo que aún continúa y que no se quiere ir.

Lo que vino después fue un tren de sucesos que poco a poco empiezan a quedar en el recuerdo de este terremoto. Días sin luz, cosas en el suelo, la compañía de la Carola, el apoyo de los vecinos, las imágenes aterradoras, el dolor de las familias, los abrazos, las horas en vigilia y esa sensación de catástrofe que se respira en las calles.

Mientras sigue temblando pienso en la rabia que sentí esa noche por las fallas en las comunicaciones. “Estos malditos celulares cuando realmente se los necesita no funcionan”, repetí más de una vez esa noche en medio de la agitación. O en el enojo por la impotencia de ver a miles de familias evacuadas por edificios mal construidos que –por ahorrarse algunos pesos las constructoras- se vinieron abajo o están a metros del suelo.

Y también constato las contradicciones en medio de este ambiente de catástrofe. Hechos que me estrujan el corazón por la maldad y la bondad como los “saqueos cavernarios” en decenas de ciudades, donde la necesidad dio paso al pillaje, mientras en el otro extremo las miles de campañas de ayuda, grupos de gente movilizándose, caravanas de comida y ropa, etc.

Un terremoto que ha mostrado esas dos caras de Chile, la desigualdad, la falta de preparación, el trabajo bajo un mínimo, el aprovechamiento, pero también la solidaridad, el apoyo, la esperanza y el tesón para volver a levantarse.

Aun no logro recordar la sensación que sentí esa noche. Aún no lloro y aún tengo miedo de las réplicas por las noches, pero hasta aquí agradezco a Dios la vida de mis amigos y familiares y por cierto de haber sobrevivido sola en ese sexto piso. El resto ya pasará con el tiempo.

Arriba Chile, mierda!