Wednesday, December 27, 2006

Empieza el conteo...

5...4...3...2...1 ...Y así se va otro año más. Y empiezan los recuentos. Esos momentos de plena nostalgia donde te sientas y piensas en las miles de cosas que hiciste, en lo bien y mal que lo pasaste, en las personas que conociste, en lo que dejaste de hacer y te arrepientes por no haber dado el paso correcto en el momento adecuado o te alegras de no haber desertado.

Pero también aparecen en los canales esos programillas que te abstraen. Esas imágenes que siempre aparecen y desaparecen con rapidez. Que te atrapan y te hacen vivir una y otra vez esos hechos que ocurrieron durante el año que está por concluir. Lo admito, me encantan esos programas...

Es la época de fin de año. Del cansancio. Del anhelo de vacaciones para quienes viven en el hemisferio sur, y el tiempo de abrigarse para los que estamos del Ecuador hacía el norte.

Es el momento de asumir que un nuevo año se fue, que cada día los años se pasan más rápido y que eso, quieras o no, es el primer síntoma de la vejez... que terror!

Y así también aparecen los horóscopos, las predicciones, los anhelos de bonanza para el año que viene, los buenos augurios. Es como si el espíritu de cada uno se renovara del 31 de diciembre al 1 de enero, cuando en verdad al final uno siempre el primero de enero está más destruido que entero.

Porque esa obligación exacerbada por "tener" que pasarlo bien... porque es Año Nuevo. A mi juicio es lo peor del Año Nuevo. Porque nunca me gustaron las fiestas masivas, o gastar dinerales en lugares donde nadie te ve, el alcohol se termina a las 2 de la madrugada y donde ni la música es buena.

Prefiero entonces pensar en todo lo que hice este 2006. Este año "full Barcelona" que me deja un saldo de buenos recuerdos, un gran crecimiento, mucho carrete, buenos viajes y grandes amigos y amigas…

Viajé más que nunca en mi vida; conocí a personas que realmente están de museo y me hice de grandes amigos; recorrí la Ciudad Condal de punta a cabo localizando cada bar y rincón de antología; disfruté de la playa como nunca lo había hecho; y me pasaron las cosas más raras que nunca hubiese imaginado.

Fue un año completo. Donde no faltó la pena por la muerte de seres queridos o la distancia en momentos especiales. Pero también abundó la alegría. Celebré mi primer cumpleaños en verano, tomé sangría hasta por los pulmones, fui visitada por las personas que más quiero, grité los goles del Barca, bailé como nunca lo hice en Chile, y disfruté de grandes momentos junto a mis compañeros Kimberly, del Máster y varios otros más.

Y si el 2006 fue un año tranquilo en cuanto a toma de decisiones… uf el 2007 se me viene difícil… A lo menos dos decisiones importantes debo tomar este año y bueno… nadie dijo que fuera fácil… Habrá que brindar con cava por eso…

Feliz 2007!

Monday, December 18, 2006

Una extraña tradición navideña

Una de las cosas que más me ha impresionado de Catalunya ha sido la cantidad de fiestas, celebraciones y tradiciones que tienen durante todo el año. Aparece así la fiesta de los Reyes, el Día de San Jordi, la fiesta de San Joan, y muchos más.

Pero quizás una de las tradiciones más extrañas que he escuchado en mi vida también se desarrolla en esta comunidad autónoma española. Se trata de dos nuevos personajes que adornan el espíritu navideño de los catalanes: el “caganer” y el “Tío”.

Ambos, quizás por coincidencia o quizás no, están ligados a la "caca" o fecas. Extraño, no? Lo cierto es que hoy cuando ya la mayoría de las casas en Catalunya tienen adornado el árbol de pascua y el pesebre navideño vemos cómo aparecen estas dos figuras muy particulares.

El "caganer" es una figura de una persona defecando que suele aparecer en un lugar escondido del pesebre navideño. Se cree que el origen de esta tradición se sitúa en el siglo XVIII y tradicionalmente, el caganer era un payés (campesino catalán) ataviado con la indumentaria tradicional (faja y barretina). Aunque no se conoce con exactitud cuál es la razón para colocar una figura defecando, se cree que el caganer con sus heces fertiliza la Tierra, por lo que se le considera un símbolo de prosperidad y buena suerte para el año siguiente.

Actualmente, se han realizado todo tipo de versiones del caganer, utilizando a menudo la imagen de personajes populares como políticos o deportistas. Este año, por ejemplo, la mayoría de los caganers representan al nuevo alcalde de Barcelona, Jordi Hereu.
Pero el caganer no es el único personaje navideño típicamente catalán que defeca. Existe otra tradición, el Tío, un tronco de árbol al que los niños golpean con fuerza la noche antes de Navidad. Al ritmo de los golpes y de la canción que los niños le dedican, el Tío les recompensa "evacuando" dulces y golosinas.

El Tío de Nadal (Navidad en catalán) es un personaje mitológico catalán y la base de una tradición muy arraigada en Catalunya. En el día de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre) se empieza a dar de comer cada noche a un tronco y se tapa normalmente con una manta para que no pase frío durante la noche.

El día de Navidad se pone el Tío al fuego y se hace "cagar". Ahora ya no se quema al Tío, tan sólo se le obliga a cagar repetidamente a base de arremeterle golpes de bastón acompañadas de las llamadas canciones del Tío.

El Tío nunca caga objetos grandes (estos los traen los Reyes Magos) sino chucherías, barquillos y turrones para los más pequeños. Cuando deja de cagar caga un arenque salado (tipo de pez), un ajo, una cebolla, o se mea en el suelo.

Cuando los niños se han portado mal durante el año, el Tío también puede cagar un carbón, lo que simboliza el mal comportamiento o el mal desempeño durante ese año.

La canción que se le canta al Tío mientras se le golpea es:

Caga tió -caga tió-
ametlles i torró -almendras y turrón-
no caguis arangades -no cagues arengues-
que són salades -que son saladas-
caga torrons -caga turrones-
que són més bons -que son más buenos-
Caga tió -caga tió-
ametlles i torró -almendras y turrón-
si no vols cagar -si no quieres cagar-
et donaré un cop de bastó -te daré un golpe de bastón-
Caga tió!

Monday, December 11, 2006

Un chocolate por Pinochet!

La noticia me pilló disfrutando de un increíble chocolate caliente, de esos que en Barcelona se toman en invierno junto a unos churros recién hechos, en pleno Paseo Gaudí junto a la Tita y el Jose.

Se terminaba el fin de semana largo en España, las temperaturas habían descendido y todo hacía pensar que sería un domingo como cualquier otro. Sólo un SMS a mi amigo Maipú me hizo pensar que ya en Chile las cosas no eran como cualquier otro domingo. Se producía una noticia que para cualquier periodista es de esos acontecimientos que son difíciles de de olvidar y que para Chile será tema de conversación por muchas semanas más.

La lejanía de la tierra y quizás el afán reporteril me hace sentirme tremendamente intranquila a la distancia, teniendo que ser una lectora más y no corriendo tras la noticia. Uf! que tremendo estar tan lejos para una noticia de este calibre...

Me consuelo pensar que vivirlo desde España también tiene su afán. Aquí Chile es conocido por un par de nombres íconos y uno de ellos es Pinochet. Y hoy los noticiarios, diarios, radios y gratuitos no hacen más que titular y trasmitir lo que en Chile ocurrió 4 horas antes, aunque hay canales que ya tienen a sus corresponsales o enviados especiales en Chile.

Y pienso cómo debe ser la fiesta en Plaza Italia... o los llantos en el Hospital Militar, o las pifias en frente de la Escuela Militar... o los bocinazos de alegría y pena de unos y otros. Y las especulaciones... y si hubiese muerto el día 11? Y si en la AFFDD no deben dormir redactando cartas y comunicados para leerlos ante las cámaras. Mientras los antiguos colaboradores del dictador (ups! se estará usando esta palabra en los diarios chilenos ahora que ya murió?) se debaten entre ir o no a despedir a su general. Y cuál será la cara de Vivianne Blanlot, la única del Gobierno de Bachelet que dará la cara por su cargo. En fin... ese comidillo de historias, de frases, de recuerdos, de sentimientos, de culpas y odios que la muerte de Pinochet generará por días o semanas en esa estrecha y larga franja de tierra.

Nací con Pinochet en el poder y viví gran parte de mis inicios en el periodismo reporteando su retiro del Gobierno, sus querellas, la detención en Londres, las demandas y contrademandas del clan Pinochet, sus mil y una vez en el Hospital Militar y el centenar de causas que lo acusaban no sólo por sus crímenes sino también por sus dineros y haberes ilícitamente obtenidos. Y hoy, cuando se termina esta historia, aunque me quedan dudas si realmente se terminará, estoy en la Madre Patria informándome de cómo se está viviendo ese histórico hecho en Chile.

Friday, December 01, 2006

Historias en un block!

Este post me lo debía hace meses, quizás un año, pero lo dejé madurar porque cada día había algo nuevo y preferí acumular las experiencias y ahora transmitirlas...

Nunca había sentido la sensación que tan bien se describe en la película chilena de Cristián Galaz "El Chacotero Sentimental", como durante esta estadía en Barcelona. Cada suspiro, enojo, cena, alegría y pena llega hasta mis oídos en fracciones de segundos, por paredes y cielos que no deben medir más que algunos centímetros y que nada guardan para la intimidad de cada hogar.

Es así como esta sensación de vivir en un block se me ha hecho patente. Amanezco con los alaridos de la mamá de Guillermo, quien no deja de gritarle a su hijo para que coma, se vista, ordene, en fin... hasta que Guillermo saturado con los gritos le pregunta a su mamá: "¿Por qué siempre me gritas para pedirme las cosas?". Y así llevo escuchando a la señora por más de año.

Pero la mamá de Guillermo, cuyo nombre no conozco, no es la única que forma parte del repertorio de historias de este edificio de locos. También está una mujer con acento centroamericano quien ha tenido la mala ocurrencia más de alguna vez de hacer ruido con una máquina a altas horas de la madrugada, desatando la furia e incluso amenaza de llamar a la policía de muchos vecinos que, mientras la mujer no deja de hacer funcionar la máquina (que aún no distingo bien de qué máquina se trata), se salen por las ventanas a gritar hasta terminar despertando a todo aquel que aún osaba dormir.

Y si de gritos se trata, los cuales ya son pan de cada día para mis oídos, también los hay roncos, medios dormidos que a eso de la medianoche comienzan a silenciar el edificio con frases como "silencio por favor estas son horas de dormir" o "shhhh, callaos que es hora de dormir", cuando a penas escuchas esos sonidos y sólo te enteras tras el grito de esa persona.

Si los gritos abundan, las conversaciones privadas, en persona, o por teléfono es otra de las especialidades de este vecindario. Me he enterado de cuanta historia hay, unas más entretenidas que otras, obviamente, pero hubo una que nunca olvidaré por la emoción que contenía. Era un sábado a eso de las 11 de la noche cuando una mujer quien hablaba por teléfono no dejaba de llorar, contándole a esa otra persona que estaba embarazada y que no sabía cómo decirle al padre de la criatura de la situación. El llanto desconsolado de la mujer, su angustia y el tono de la conversación eran para terminar igual de deprimida que ella. Nunca supe el desenlace.

Pero también los ruidos aparecen por el cielo. Porque mis vecinos de arriba, a quienes no conozco, tienen una extraña costumbre de caminar arrastrando cosas, o al menos eso imagino porque no se sienten pasos, sino que se siente cómo arrastran durante todo el día vaya a saber qué. Incluso he pensado que son personas que están constantemente cambiando de lugar los muebles, las sillas, las mesas. El asunto es que no paran de hacer bulla y arrastrar cuanta cosa hay en su casa, incluso por la noche o durante las mañanas de esos sagrados fines de semana.

Los olores. Otro gran tema. Mi pieza da frente a frente a las cocinas y patios de servicio de todo el vecindario. Eso me obliga a despertarme con el olor a café, saber con bastante certeza qué cocina el vecino de almuerzo y qué está comiendo por la noche, si algo se quemó o si usaron o no ajo al cocinar. Una sensación que mantiene en alerta a mi estómago constantemente.

Así es como se hace casi imposible no enterarse de qué hace el vecino. Todo radica en lo delgado de los muros y en la cercanía que hay entre las cocinas y habitaciones interiores como la mía, que no tienen luz natural sino que comparten una tenue luz de ese patio interior.

Una historia de vida que me seguirá acompañando por algunos meses más y que espero siga educando mi paciencia y tolerancia. Aunque muchas veces he pensado que terminaré saliendo por la ventana y gritando… Shhhhhhhhhhhh se callan por favor!