Al final del camino...
Por primera vez, durante estos casi cuatro meses en Barcelona, sentí la necesidad de estar en Santiago para acompañar a un gran amigo en uno de los momentos más difíciles de la vida, la muerte de un hermano.
No imagino qué se siente estar pasando por una muerte tan cercana y dolorosa como la de un hermano, pero racionalmente comprendo que es algo que te debe abatir, te debe dejar sin capacidad de reacción y que te hace mirar la vida con otros ojos.
Estar lejos en estos momentos cuando sólo quieres acompañar, dar una palabra de aliento, o simplemente estar ahí cuando se te necesita ha sido algo difícil de aceptar. La lejanía se ha hecho eterna y sentirte con las manos atadas ha sido aún más doloroso.
La sorpresiva muerte del hermano de Mauro, a quien sólo vi un par de veces pero escuché otras miles por la radio, me hace pensar y reafirmar el hecho de que nosotros estamos prestados en este mundo y que hay miles de cosas que no dependen de nosotros por más que nos esmeremos.
Eso no significa dejar de soñar, como se preguntaba mi Partner, sino que comprender que la vida es finita y muy corta. Que los sueños corren por un carril paralelo al de la vida y que cuando la vida se termina, esos sueños se interrumpen. Pero que mientras transiten en paralelo dependerá de ti cumplirlos o no.
Hace muy poco mi jefe me hablaba de la vida y de los sueños. De lo que significa la felicidad y de la necesidad de ser felices en una vida que nunca se sabe cuándo puede terminar. Hoy, esas palabras me suenan en la memoria con eco. Me hacen más sentido que nunca. Me hacen pensar en las miles de veces que uno deja pasar oportunidades, que uno posterga o aleja la felicidad, o que simplemente uno se enreda con cosas que no valen la pena.
Pese a toda la pena, me alivia saber que Carlos Alberto Campusano, el hermano de mi amigo, fue siempre un hombre que vivió por y para la felicidad y que hoy puede descansar tranquilo... aunque ello implique que los corazones de amigos y familiares estén adoloridos y que muchos sueños deban quedar interrumpidos.
Mauro, un abrazo y un beso a la distancia de esta "lolín" apenada!