Monday, October 29, 2007

¿Enfermedad incurable?

Hablar de racismo es hoy adentrarse en un tema sensible, un camino espinoso, donde la inmigración es la clave para entender el proceso que viven muchos países del mundo, y la manera de actuar de varios grupos sociales.

Ejemplos como los del joven catalán que maltrató física y verbalmente a la chica ecuatoriana en el tren de Barcelona es sólo un caso más de eso que se llama racismo o xenofobia, ese sentimiento de odio, segregación y menosprecio por el extranjero, por el que es “diferente”.

Un sentimiento cada vez más común que puede verse en muchos países y regiones del mundo, no solamente en Barcelona, y que ataca el principio mismo de que “todos los hombres somos iguales”.

Es una enfermedad, como lo llama Nelson Mandela, que tiene como expresión la intolerancia en todas sus formas y que a medida que crece la inmigración de países pobres a países más ricos se hace cada vez más evidente.

En Chile tampoco estamos ajenos a esta realidad. Varias son las expresiones de menosprecio e injusticia que se escuchan con frecuencia cuando nos referimos a peruanos, bolivianos y algunas otras poblaciones, que coinciden con los principales flujos migratorios hacia nuestro país.

Así también pasa en España, donde la primera o segunda (no tengo los datos actualizados de los últimos meses) población mayoritaria de inmigrantes es la ecuatoriana. En ambos casos -Chile o España- tanto los peruanos, bolivianos o ecuatorianos, respectivamente, son la mano de obra barata, la masa de trabajadores que hacen a labor que muchos españoles y chilenos no hacen o no quieren hacer.

Sin duda que regularizar la situación de 20 mil inmigrantes en Chile no termina con el racismo, pero sí hace justicia con quienes al igual que muchos chilenos trabajan en nuestro país dignamente para vivir y mantener a sus familias.

O es que acaso se piensa que la globalización solo afecta a los flujos de dinero y mercancías?

Asumir la globalización como un proceso irreversible es aceptar también que éste conlleva el traslado de poblaciones de un país con menos desarrollo a uno donde las oportunidades parecen ser mejores.

Tuesday, October 23, 2007

Al caer la tarde...

Me encantan los atardeceres en Santiago. Se me había olvidado mirar lo linda que se ve la cordillera, las nubes enrojecidas, los edificios iluminados y el cielo tornasol. Quizás pocas veces pude observar con calma un atardecer y darme cuenta de lo lindo que es Santiago cuando empieza a caer la tarde.


Y mientras lo pienso se me confunden con las voces, las miradas y las caras de esas personas que viven en esta ciudad y con quienes he interactuado. Una mujer que angustiada llora en la micro porque su hijo será suspendido del colegio y con eso se terminan las posibilidades de una educación; o el hombre que en una esquina me ofrece frutas y mientras le digo que no me mira con odio y me pregunta que por qué me rio; o simplemente ese caballero que mientras estornudo en la micro me ofrece gentilmente un pañuelo desechable. Experiencias disímiles que me chocan, que me dejan sin capacidad de reacción, que me turban mientras observo ese precioso atardecer.

Supongo que esa es la contradicción de Santiago. Una ciudad que crece sin orden; que destruye la historia para construir "modernidad"; que espera ser una metrópoli, pero que apenas ofrece un sistema imperfecto para moverse de un a esquina a la otra; que arrasa con las áreas verdes para reemplazarlas por cemento; que la cruza un río cuyas aguas están infectadas; y que está poblada por personas que sólo piensan en escapar de ella.

Hay que aprender a vivir en esa contradicción, mientras disfrutas de esos atardeceres que te muestran ese lado hermoso que regala Santiago a todos los que pueden y quieren mirarlo.

Thursday, October 18, 2007

Re- inventándome...

Uf! Me ha costado más volver a escribir que volver a Chile. Llevo días pensando que quiero actualizar este espacio, pero no sé por qué no lo había hecho. Pero aquí estamos nuevamente. Reinventándonos en Santiago, partiendo de cero, rediseñando lo que será mi vida en mi país.

La adaptación, al menos hasta ahora, ha pasado a un segundo plano, por tanto no puedo decir que me ha costado porque aún no lo siento. Pero tampoco ha sido una vuelta tranquila y sin sobresaltos. Pero la vida es así. Te da y te quita, y pese a los sustos o quizás desvelos todo pinta a que poco a poco las cosas irán tomando su rumbo y que en menos de lo que piense esté completamente inserta en esta capital.

Partir de cero me gusta, al menos por ahora. Eso de pensar en lo que quiero que sea tal o cual cosa; decidir qué banco será "mi" banco; pensar y trabajar por conseguir el trabajo que sueño o quizás que me permita mirar otros horizontes; optar por cuál sera mi medio de locomoción; resolver qué Isapre será la que me cubrirá más y me cobrará menos; o simplemente cotizar cuál será la empresa de telefonía móvil que me ofrecerá las mejores condiciones.

Alguien me decía el otro día: "Qué bueno pensar que debes partir haciendo todo nuevamente. Como si nunca hubieses estado en Chile". Y así es. Desde adquirir la bendita tarjeta "Bip" para moverte por Santiago.

Muchas veces pienso que comenzar de cero es sin duda "una oportunidad" y por tanto hay que aprovecharla. Y mientras las cosas van tomando forma y rumbo tranquilamente yo sigo disfrutando del tiempo que hoy tengo para muchas cosas, tiempo que quizás será escaso en algunos meses más.