Thursday, November 23, 2006

Cuidando maniquíes!!

No siempre se necesita ser alta para proteger algo. Lo acabo de comprobar. Y esta es mi primera experiencia, y quizás la última como “agente de seguridad”, por ponerle un nombre relevante. Son 14. Hombres y mujeres vestidos con trajes típicos de Malasia, ese país que queda entre Indonesia y Singapur. Mi misión: que no se roben las joyas y adornos que lucen los maniquíes. Al menos hasta el momento he cumplido con las expectativas.

Cuidar maniquíes es quizás de esos trabajos que nunca pensé siquiera que existieran, porque siempre los maniquíes están ahí, mirando al infinito con esos cuerpos que nadie tiene y todos añoran (mi amigo Maipú me confesó que está enamorado de un par aquí en Barcelona), siempre vistiendo la ropa de moda, el bolso de temporada o el zapato de lujo. Pero aquí estoy y estaré hasta fines de esta semana, mirándolos a los ojos 5 horas diarias e imaginándome lo que será ser maniquí. Nada muy apasionante supongo

El maniquí poco expresa, aunque te invita a consumir de manera descontrolada muchas veces. Peor aún cuando pasas por una vitrina semana tras semana y sigues mirando la polera o el pantalón que te gusta y el precio sigue siendo el mismo. Y no te queda más que seguir mirando y seguir esperando que lleguen las rebajas.

Cuidar maniquíes me ha llevado a experimentar una serie de situaciones un tanto surrealistas, incluso desconcertantes, diría. La gente entra a mirarlos y tú eres una más, la número 15. Muchos no saludan y te miran y es como si no lo hicieran. Pero están también aquellos hombres y mujeres que entran a la sala los miran y no dejan de hacerte preguntas: sabes de qué está hecha la ropa, de qué zonas son estos trajes, en qué momentos los utilizan, y por qué los maniquíes no tienen rasgos malayos, crees que las joyas son de verdad, entre varias otras más.

O esos adolescentes que más que importarles la ropa que visten los maniquíes sólo esperan fotografiarse con ellos desnudos y tratan por todas las formas de descubrirle el torso o la pierna. O las señoras que al mirar los trajes no dejan de comentar en voz alta lo bien que se verían con uno u otro y me preguntan mi opinión.

Pero quizás lo más surrealista sea la entrevista de trabajo a la que fui sometida en medio de mi trabajo de agente de seguridad. Era una persona más de las tantas que visitan a diario Casa Asia, donde se realiza la muestra, y comenzó a preguntarme qué hacía, qué estudiaba, dónde me iría después de vivir en Barcelona… mil preguntas, hasta que me dijo: “No te das cuenta que te estoy haciendo una entrevista de trabajo porque necesito a una periodista para una revista que quiero montar”. Plop! Vaya original manera de entrevistar a alguien… me decía yo, especialmente a alguien que cuida maniquíes. Pero si ya su entrevista era increíble la frase final con la que se despidió fue aún más surrealista: “Sí, yo creo que tú eres la persona que ando buscando”.

Quién iba a decir que cuidar maniquíes me llevara a sortear tantas experiencias… todo un descubrimiento.

2 Comments:

At 7:51 AM, Blogger Claudia said...

Lolín, creo que esto quedó inconcluso:

1) Esta historia de los maniquíes amerita un cuento más largo.
2) Qué pasó con la revista?

Besos
lolin

 
At 3:37 PM, Anonymous Anonymous said...

me sorprendió eso de que hay gente que se enamora de los maniquíes y peor que quieran verlos desnudos y sacarse fotos con ellos!!!! yo por el contrario siempre he sentido una clase de repulsión por los personajes aquellos. así que aplaudo tu sacrificio... quizás por eso te llegó esa extraña oportunidad de hacer algo distinto!

 

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