Monday, April 24, 2006

Un libro y una rosa!

En Barcelona siempre hay algo que celebrar. Y ayer no fue la excepción. El día de San Jordi (Jorge), patrono de Catalunya era la fiesta que llenó las calles, plazas, ramblas y tiendas de cientos de personas.

Se celebraba el día de San Jordi, el Día del Libro. Y la tradición dice que cada hombre le regala a la chica una rosa y la mujer le regala al chico un libro. De ahí que lo único que se veían eran miles de rosas de todos los colores posibles y más de 50 stands con libros, donde se calcula que cerca de 200 librerías de Barcelona usaron las calles para ofrecer sus novedades.

Es una fiesta que nació para conmemorar al aguerrido caballero, San Jordi, quien mató con su lanza al dragón que atemorizaba a todo un pueblo, pero también el aniversario de uno de los dramaturgos más importantes de la historia de la literatura universal, el inglés William Shakespeare.

Si Barcelona es una ciudad que normalmente está colmada de turistas y personas en Plaza Catalunya, sus ramblas o calles céntricas, ayer era desbordante. Caminar era tan difícil como detenerse a mirar la reseña de un libro. Pedir espacio era un lujo. Apurar, era imposible.

Pero más allá del barullo y del tumulto la fiesta era total. Museos, palacios y edificios públicos estaban abiertos al público, mientras en Plaza Sant Jaume rondas de personas bailaban al son de una banda que alegraba el momento.

Todo era felicidad, todo era sonrisa. Las rosas y los libros inundaban la ciudad, mientras los pequeños con un libro en la mano, tal vez el primero, apenas cabían en su asombro e incluso muchos sin entender qué era aquello.

Los más grandes paseaban por la Rambla, ella con su rosa en la mano y él con el libro bajo el brazo… ambos contentos y enamorados, disfrutando de un día tibio y de una tarde de domingo.

Son este tipo de tradiciones tan enraizadas las que emocionan. Especialmente cuando vez a un anciano que en su silla de ruedas prefiere vivir la fiesta en la calle en vez de la comodidad del hogar. Cuando el ánimo de grandes y chicos está en recorrer con calma esos cientos de puestos de libros y rosas. Por último, cuando vez a la gente que disfruta de esa fiesta y la vive intensamente…

Sin duda, mi primer “Diada de Sant Jordi” fue una linda experiencia y una grata sopresa….

Thursday, April 20, 2006

Y la ciudad brilló!

Caminar por París era algo que me costaba imaginar. Las imágenes que tenía de esas calles, de ese río o de la misma gente era sólo una construcción mental producto de películas, documentales y de la misma historia, que incluso incluía varios prejuicios.

Pero la realidad superó todas las expectativas que tenía de la capital francesa. Fue un sueño hecho realidad, un viaje en donde el tiempo se detuvo y la magia se dejó sentir en cada momento.

Lo primero, el primer gran instante. Entre nubes negras apareció en lo alto del avión esa magnífica torre. Una torre iluminada e impactante que se veía con claridad a lo lejos, dando de paso la bienvenida a todo aquel que aún sin estar en suelo parisino ya era parte de esa experiencia, que por cierto cuesta creerlo, cuando Paris duerme y la ciudad se ilumina.

Pero luego estar a los pies de ésta, subir sus más de 500 peldaños y luego bajarlos para disfrutar del espectáculo nocturno fue algo aún más impresionante. Cientos de pequeñas luces destellaban en toda la Eiffel, obligándote a sentir como la emoción recorría cada parte de tu cuerpo y te dejaba sin habla... embobada ante esa escultura viviente.

De ahí en adelante todo se fue revelando ante nuestros ojos como si se tratara de una película donde mi Partner (y por cierto gran compañero de viaje) y yo éramos los protagonistas. Esas pequeñas calles adoquinadas repletas de acogedores cafés, la elegancia de la gente, los cientos de carritos vendiendo creppes y baguettes, los monumentos inundados de historia, las grandes avenidas y las coloridas plazas.

Pero el Sena fue otra cosa. Ese río que atraviesa Paris, que la distingue, que le imprime el sello de romanticismo a la capital francesa. Es un lugar para compartir, para conversar, para callar, pensar y soñar. Entre copas de vino y algunos quesos entendimos que cada segundo invertido en el Sena era un segundo mágico y un recuerdo imborrable.

Cada esquina tenía su encanto, cada monumento su historia. Sin embargo, más allá de la enorme cantidad de cosas que mirar, que conocer y recorrer en Paris, lo realmente puro y vivo había que descubrirlo en la calle, en las plazas y parques, en la gente, en el metro... y para eso era indispensable el tiempo y las ganas de dejar los pies en esa ciudad. Y así lo hicimos.

No se puede desconocer la importancia del Louvre, la majestuosidad de iglesias como Notre Dame o los Sagrados Corazones, ni la imponencia del Arco de Triunfo, la Torre Eiffel y la Opera, pero Paris es mucho más que esas construcciones. Es una ciudad que se vive en la calle, que se ilumina con un espectáculo callejero, que se levanta con un libro en la mano, que al mediodía descansa en un banco en los Campos Elíseos y por la tarde-noche recorre a pie el Sena para terminar compartiendo un vino en Montmatre.

Si conocer Paris fue uno de esos sueños desde siempre, ahora la meta es otra: VOLVER.

PD: Gracias Partner por haber compartido ese sueño conmigo...

Monday, April 17, 2006

Un adelanto...

Una primera impresión de Paris.