Cuidando maniquíes!!

Cuidar maniquíes es quizás de esos trabajos que nunca pensé siquiera que existieran, porque siempre los maniquíes están ahí, mirando al infinito con esos cuerpos que nadie tiene y todos añoran (mi amigo Maipú me confesó que está enamorado de un par aquí en Barcelona), siempre vistiendo la ropa de moda, el bolso de temporada o el zapato de lujo. Pero aquí estoy y estaré hasta fines de esta semana, mirándolos a los ojos 5 horas diarias e imaginándome lo que será ser maniquí. Nada muy apasionante supongo
El maniquí poco expresa, aunque te invita a consumir de manera descontrolada muchas veces. Peor aún cuando pasas por una vitrina semana tras semana y sigues mirando la polera o el pantalón que te gusta y el precio sigue siendo el mismo. Y no te queda más que seguir mirando y seguir esperando que lleguen las rebajas.
Cuidar maniquíes me ha llevado a experimentar una serie de situaciones un tanto surrealistas, incluso desconcertantes, diría. La gente entra a mirarlos y tú eres una más, la número 15. Muchos no saludan y te miran y es como si no lo hicieran. Pero están también aquellos hombres y mujeres que entran a la sala los miran y no dejan de hacerte preguntas: sabes de qué está hecha la ropa, de qué zonas son estos trajes, en qué momentos los utilizan, y por qué los maniquíes no tienen rasgos malayos, crees que las joyas son de verdad, entre varias otras más.
O esos adolescentes que más que importarles la ropa que visten los maniquíes sólo esperan fotografiarse con ellos desnudos y tratan por todas las formas de descubrirle el torso o la pierna. O las señoras que al mirar los trajes no dejan de comentar en voz alta lo bien que se verían con uno u otro y me preguntan mi opinión.
Pero quizás lo más surrealista sea la entrevista de trabajo a la que fui sometida en medio de mi trabajo de agente de seguridad. Era una persona más de las tantas que visitan a diario Casa Asia, donde se realiza la muestra, y comenzó a preguntarme qué hacía, qué estudiaba, dónde me iría después de vivir en Barcelona… mil preguntas, hasta que me dijo: “No te das cuenta que te estoy haciendo una entrevista de trabajo porque necesito a una periodista para una revista que quiero montar”. Plop! Vaya original manera de entrevistar a alguien… me decía yo, especialmente a alguien que cuida maniquíes. Pero si ya su entrevista era increíble la frase final con la que se despidió fue aún más surrealista: “Sí, yo creo que tú eres la persona que ando buscando”.
Quién iba a decir que cuidar maniquíes me llevara a sortear tantas experiencias… todo un descubrimiento.