
Hace dos años que no reparaba, no miraba, no me acordaba lo que era observar las vitrinas de supermercados, tiendas y zapaterías copadas de colores grises, negros y azules. Hace dos años que no me acordaba de esa sensación que sólo hoy traigo a la memoria al revivir la lapidaria época de compras de uniformes escolares.
Angustia. Esa es la extraña sensación que me motiva a escribir este post porque aunque me parece un tema lejano, ahora sí entiendo que mirar las vitrinas colmadas de uniformes, blusas, cotonas, zapatos y calcetines para el colegio es algo realmente angustiante, pero sobre todo aburrido.
Se termina la ropa de verano. O sea se termina el verano, y quizás sea ese punto parte importante de esa angustia y de la relación directa que se produce en la cabeza al reemplazar el veraniego con sus bikinis chillones, faldas escotadas y chalas vistosas por pantalones grises y fomes, zapatos oscuros y brillosos, blusas blancas impecables y faldas o "jumpers" incómodos.
Entonces es imposible no pensar que la época de los "uniformes escolares" es funesta, un época para evitar el vitrineo y sobre todo donde no queda otra opción que empezar a pensar que se terminaron las vacaciones, comienzan las levantadas al alba, y quizás lo peor... empieza el frío.
No entiendo por qué cada día adelantan más la época de "uniformes escolares". Recuerdo que cuando estaba en el colegio uno llegaba en marzo a comprar libros, cuadernos, lápices y uniformes... y era hasta casi emocionante tener todo nuevo. Pero hoy antes de salir de vacaciones ya te encuentras con las ofertas y esos "motivantes" colores grises y azules en las vitrinas.
Y bueno... Es lo que hay supongo. Pero estoy segura que no soy la única que siente esa angustia al mirar las vitrinas durante esta época, y que no soy la única que empieza a extrañar ese verano que tiene los días contados.